sábado, 16 de septiembre de 2017

La Rueda - Cordoba 28 - Puerto Iguazú


Hace poco tiempo leí, no recuerdo donde, que para una reseña aceptable en un restaurante había que cumplir con varios criterios, el primero concurrir al menos 3 veces (agregaba en diversos horarios), el segundo pagar la cuenta y no develar que se trabajaba para un medio (ahí creo recordar que era una recomendación del NY Times o algún períodico serio anglosajón), esta segunda parte no voy a pretender haberla cumplido ya que no soy más que un aficionado a comer afuera desde mi más tierna infancia pero si cumplí con los preceptos de las 3 visitas y pagar (como siempre) la cuenta. La Rueda era uno de los dos restaurantes que tenia previsto visitar el Puerto Iguazú y si, yo planeo más las visitas gastronómicas que el hotel donde paro. El primero fue  Aqva, un muy buen restaurante, al segundo día fuimos a La Rueda y fue amor al primer bocado, automáticamente decidimos que los 3 días siguientes ibamos a dedicarlos a recorrer la carta de este sorprendente lugar.

Voy a empezar por lo primero que me llamó la atención, la carta de vinos, dos hojas completas, con letra chica y poca separación de renglones (no estilo curriculum vitae) de tintos blend, 3 hojas de malbec, 2 de cabernet sauvignon y 3 hojas entre cabernet franc, pinot noir y otros varietales. Los blancos mucho menos representados pero hay múltiples varietales (aunque para nuestra decepción, varios faltantes, cosa que no pasa en los tintos y esta es una de las pocas críticas que le puedo hacer). Hay desde topes de gama de 7.000 pesos hasta gamas media o vinos de bodegas chicas por 250/300 pesos.

El principal de la primer cena fue un glorioso bife de chorizo de 400 grs, para mi el peso perfecto para ese corte, que permite un "a punto" que mantenga bien la pieza, para mi gusto el mini bife de chorizo y el bife mariposa son aberraciones que deberían ser prohibidas por algún tribunal de ética gastronómico. En la línea de cortes de carnes interesantes hay un baby beef y un t-bone de 600 grs.








Lo acompañamos con una ensalada de rúcula con castañas de cajú (excelente la combinación) y unas fritas que venían con una presentación un tanto palermitana para mi gusto, pero lo perdonamos. La bebida fue un tinto Cabernet Franc Aprendiz a $ 320



El postre, un volcán de chocolate, bien, correcto, apenitas un poquitín pasado, pero no al punto de brownie tan común de ver. Terminamos con dos cafés. La cuenta, unos 1300 pesos con tarjeta de crédito.


Pasamos al segundo día, Los principales fueron Surubí Garganta del Diablo (con palmitos, camarones y langostinos) y un Dorado Tropical, mango, chutney y mandioca frita, el dorado con una parte sin espinas y la otra, mucho más gustosa, con unas espinas largas que parecían costillitas.



El postre fue una mousse de maracuya con chocolate, una delicia!

Acompañamos con un Humberto Canale Semillón, aquí el único punto flojo, fue el quinto vino que elegimos. Costo total unos 1150 pesos.

Ahora la tercer cena, sendos ojo de bife, uno con ensalada de rúcula y cajú el otro a la pimienta con papas a la crema, ambos bien, un tanto pasado el punto solicitado pero nada grave






Acompañamos con un El Enemigo Malbec ($720). De postre sendas creme brulee de yerba mate, excelentes, aunque le faltaba un poco de frío a la preparación, que realizaron en el momento ante nuestra insistencia (por momentos ultimatum de que debíamos probar esa preparación)



Costo total, con agua mineral y los cafés de rigor, unos 1600 pesos. 

En resumen, un lugar que no tiene nada que envidiar a los muy buenos de Capital Federal, con una cocina y una cava de primer nivel (creo que salvo algunos restaurantes que están en el top 10, el resto ni se arrima a una carta así y menos a esos valores), el servicio muy bueno, con algunos errores que damos fe que los dueños intentan corregir y alguna relajación que notamos el primer día entre el segundo y el tercer turno (algo que es un problema frecuente cuando ya el equipo lleva 4 o 5 horas a full). En fin si van a Cataratas es un imperdible,